divendres, 31 de maig del 2013

Nunca es tarde. Post 4.

La alarma del tren empezó a sonar y las puertas se cerraron de golpe. Una vez dentro, observé a un grupo de tres chicos y una chica. Ellos estaban sentados y ella de pie. Me acerqué y les pregunté si en el asiento que estaba vacío se iba a sentar alguien y me respondieron que no y que me podía poner allí sin ningún problema. El tren arrancó y empecé a observar el paisaje a través de la pequeña ventana manchada de azúcar, probablemente por algún niño que habría estado rondando por allí horas antes. 
"¿Vas a Sitges?" me dijo el que parecía el más mayor de los tres. "Sí, o eso creo" respondí yo. Realmente no estaba segura de porqué me iba de Barcelona, quizás simplemente para desconectar, me dije, pero en realidad sabía que me marchaba porqué me estaba ahogando. Autopresionarse nunca ha sido bueno y eso era lo que yo llevaba haciendo desde hacia mucho tiempo. Bruno, así se llamaba el chico, me soltó: "¿Entonces crees que vas allí?". Yo le sonreí. No sabía si esa sonrisa me dejaría como a una loca o nos serviría para simpatizar más. La cuestión es que sus amigos, el moreno con gafas de sol y el pelirrojo con barba, empezaron a comentar lo bien que se lo habían pasado hacía un año en la playa de ese pueblo. La chica solo sonreía y me miraba cuando yo también lo hacía. Los cuatro llevaban cada uno una mochila pequeña y el bañador puesto. Era pleno mes de junio y la calor empezaba a apretar en Cataluña. 
Mientras ellos hablaban y se hacían bromas yo observaba la mano de un hombre que estaba sentado en los asientos de al lado. Éste llevaba puesto un anillo en forma de trenza que me hizo recordar momentos geniales con una persona especial. No pude dejar de pensar como llegan a cambiar las cosas en un mes. "Todo depende de ti" me dije. Volamos a tres metros de altura cuando algo bonito nos ocurre y viajamos empotrados al suelo cuando nada va como queremos. Miramos a nuestro alrededor y hay a la vez mucho y poco que comentar. Los detalles son maravillosos cuando todo nos va bien y no existen cuando nos va mal. Hay épocas que sentimos necesidad de estar apegados a los que más queremos y épocas en las que desaparecemos porqué no somos capaces de sobrellevar según que relaciones. 
De repente ella, Sofía se llamaba, me dijo: "Es bonito ese vestido" a lo que le respondí con un gracias y una sonrisa. Estábamos llegando a Sitges y me decidí a preguntarles de dónde eran. Llevaban todo el trayecto intentado entablar conversación conmigo y yo me comporté de manera tímida y cortante. Era el momento de hablarles un poco de mi.