diumenge, 28 d’octubre del 2012

LO QUE PODRÍA SER EL PRINCIPIO DE UNA NOVELA

BARCELONA, CIUDAD PRODIGIOSA

Me encontraba en plena Barcelona en el centro de la Plaza Cataluña. Eran las doce del mediodía y el sol lucía radiante. Desde el banco en el que estaba sentada podía observar múltiples situaciones.
En medio de la plaza, un matrimonio de abuelos daba de comer a las palomas. Él vestía unos pantalones de color azul eléctrico, de esos que llevan los mecánicos y ella, un vestido de flores de colorines, que destacaba entre los rosales que rodeaban a la pareja. A mi derecha, había un hombre con una paradita ambulante de chucherías. También había niños que venían del colegio e iban vestidos con sus uniformes de cuadros rojos y verdes. Estos chillaban al vendedor con emoción pidiéndole piruletas rojas, caramelos verdes y chupa-chups de todos los colores. A mi izquierda, una pareja de mediana edad discutía, chillando a grito limpio, mientras la gente que paseaba los observaba y cuchicheaba. La pareja presentaba un estado de dejadez lamentable. El hombre llevaba una americana de cuadros marrones rota y la mujer iba con un mono tejano plagado de manchas.
De repente, se tapó el cielo y empezó a llover. Eché a correr buscando refugio en la puerta de un centro comercial. Desde allí se veían los diversos vehículos que pasaban por la Vía Layetana. Coches de todo tipo: pequeños con múltiples abolladuras, familiares de colores serios, comunes utilitarios y autos grandes y lujosos, brillantes y señoriales.
Cuando dejó de llover, decidí volver a mi casa. La tormenta había pasado y otra vez salió el sol, un sol resplandeciente que hacía que toda la ciudad brillara. Me detuve delante del Arco del Triunfo. Pasé bajo él, observando la enorme curva que describe. El rojizo de la piedra contrastaba con el azul del cielo.
El Paseo de San Joan mostraba una Barcelona limpia, brillante, llena de gente y coches. 

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