dilluns, 11 de febrer del 2013

Destino tu vida. Post 3.


Seguí andando sin pensar hacia dónde iba. Ésa era una de las pocas veces que no me lo preguntaba. Caminaba acompañada de una de las personas más importantes de mi vida y cuando él estaba a mi lado confiaba en su criterio. 
Las hojas de los árboles caían haciendo leves movimientos en forma de zeta. Era otoño en la ciudad condal y los árboles lucían sus tonalidades de colores marrones y verdes. Los niños y los perros corrían paseo arriba, paseo abajo y la arenilla del suelo desprendía un polvo marrón que parecía evadirse. 
Saliendo del parque pude ver a un hombre que me observaba. Cuando lo volví a mirar ya no estaba. En ese preciso instante mi padre se despidió de mi sin pensar que ésa sería la última vez que nos veríamos en mucho tiempo. 
Continué andando hacia la Estación de Francia donde tenía previsto pararme. Cuando iba a cruzar, un coche de color rojo intenso de tres puertas se detuvo y le di las gracias al señor que lo conducía. Al mirarlo tuve la sensación que ya había visto ese jersey de rayas en otro sitio y su cara, su cara me era muy familiar. Arrancó y desapareció en el infinito. 
Cuando entré en la luminosa Estación de Francia pude volver a observar la maqueta de ésta que estaba situada a pocos metros de donde paran los trenes. Me vinieron a la cabeza las tantas veces que me quedaba embobada de pequeña observando las banderas que allí hondeaban. Ahora me recordaban al mago más conocido en todo el mundo, Harry Potter, y a su escuela, Hogwarts. 
Me di una vuelta alrededor de las vías y no pude dejar de escuchar una conversación entre dos señoras mayores que hablaban sobre sus nietos. La una decía que el suyo era muy listo, que con sólo 1 año ya hablaba con fluidez y la otra comentaba lo travieso que era el otro que se subía al mármol de la cocina para coger galletas. Me parecieron entrañables. Me di cuenta, al mirar el reloj, que me había pasado diez minutos escuchándolas. Cuando ya me marchaba, el altavoz anunció el próximo tren: "Tren con destino Sitges". Hacia dos años que no pisaba ese precioso pueblo y siempre que lo visitaba era con amigas. Recordé sus aguas calmadas, su iglesia a pie de playa, sus estrechas calles y su gran paseo. Lo que yo no sabía es que pronto Sitges se convertiría en mi nuevo hogar. 


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